Luego de casi tres meses sin escribir y con bastante tiempo para reflexionar me siento a volcar en estas letras mi sentir y mi experiencia, respecto al accidente que me costó una fractura de vértebra lumbar y sus consecuencias.
Un accidente es un accidente. Y con esa afirmación parece que tan solo hay que aceptarlo como un hecho y punto. Me detengo y hago el recuerdo. Mis instructores de andinismo de antaño, siempre nos insistían que los riesgos son inherentes a la actividad en la montaña, los accidentes en su mayoría eran “error humano”, que era necesario hacer análisis acuciosos del terreno, de la geografía, del clima, de la tecnología y equipo disponible, de las condiciones físicas. Bueno, con esos recuerdos de mis maestros, me sitúo en aquel 1 de Abril de 2023. Salida programada con @mujeresdelfuturo que no resultó por falta de quorum mínimo.
Tenía muchas ganas de salir, de caminar, de respirar aire un poco más puro, de sentir la exigencia física en mi cuerpo, de compartir ese goce individual en experiencias de equipo. Cambié la compañía y partí con mi gran amiga y mutó la expectativa: un poquito más exigente que lo programado. Partimos tempranito hacia el Salto de Apoquindo.
Todo feliz, el terreno espectacular, la vista mejor aún, la conversa todo el rato, mi amiga hablaba y yo poco – son de las cosas que no puedo hacer al mismo tiempo: caminar/ejercicio y conversar.
Mi cansancio era parte del Trekking, nada extraño, exigiendo a las piernas, los brazos, la respiración, hidratándonos, parando a descansar a intercambiar conversas típicas con otras personas, me sentía plena, colorada como tomate como siempre cuando hago ejercicio, disfrutando full. Empecé a parar a descansar más a menudo, recuperar fuerzas y seguir. Estábamos ya al lado de la cascada del Salto de Apoquindo. ¿Qué estaba pasando en mi cuerpo en esos momentos en que me detenía?
¡¡¡¡¡Para de una vez, mierr!!!!!!!, mi cuerpo me gritó, violento calambre muscular en ambas piernas, espasmos, contracciones dolorosas involuntarias, movimientos autónomos, dolor y más dolor, ningún control sobre mi corporalidad, pérdida de la sujeción de mis piernas al suelo y una caída inevitable a esas alturas, de espalda, mi columna… Podría seguir haciendo el relato, pero quiero poner acento en el resultado y la reflexión. Fractura de vértebra lumbar, reposo absoluto, absoluto lo que es absoluto.
¿Qué pasó? Luego de reflexionarlo mucho y hacer algunas conversaciones, es falta de toma de conciencia de qué señales me estaba dando mi cuerpo en el transcurso del Trekking, mi cuerpo me iba diciendo “vas agotada, para, ya no más”. Bueno esa constatación de “no escuchar el cuerpo”, es la primera reflexión.
La segunda reflexión la relaciono mucho con la responsabilidad y autocuidado que tenemos que observar, no en la coyuntura específica, sino en el transcurso de nuestro hacer en todos los planos. Y aquí volver a poner atención en qué es lo que nos pasa en ese estado, ya sea permanente o temporal, en que la superwoman se asoma, nos adormece la racionalidad y nos envuelve en un bienestar maravilloso.
Para hacer aquello que nos gusta, que nos apasiona, en el laburo, en la familia, en los proyectos, con las amistadas, en la soledad, en nuestros pasatiempos y deportes, es ineludible la RESPONSABILIDAD Y AUTOCUIDADO, y así seguir adelante sin tener que pagar altos costos de todo tipo.
Mi conclusión personal: tomar más conciencia de los límites, de los requerimientos físicos, para seguir haciendo lo que me apasiona. En lo inmediato y por un tiempo recuperarme y luego entrenar, preparación física, y bajar un par de cambios, a veces.
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