Hoy en día, podríamos creer que ya la sociedad no nos exige ser una Superwoman, si uno hace una encuesta a diferentes personas por separado lo más seguro es que ya nadie este a favor de seguir manteniendo viva a la Superwoman … es algo tan sabido ya entre nosotras, eso es verdad, pero tan oculto y aún presente en nuestro diario sentir, que eso me hace pensar que aún nos sentimos oprimidas o exigidas por los demás de alguna manera y que no hemos sabido explicarles lo que sentimos, ni menos a salir a pedir lo que necesitamos, incluso a los más cercanos (Maridos, parejas, padres, hijos) por el miedo quizás a que se malinterprete, y que puedan pensar que ya no los amamos o que son un estorbo … y en la empresa, en el lugar de trabajo, tal nivel de vulnerabilidad es impensado, puede no ser bien visto, y así es como a mi modo de verlo, esto ha perdurado tanto tiempo oculto, y ha explotado asombrando a todos con las estadísticas de “burnout” durante la pandemia.
Si bien aún tenemos que lidiar con organizaciones que están saliendo de los paradigmas del siglo XX, y están próximas a convertirse en lo que hemos denominado empresa del futuro (ojalá), también es cierto que nosotras tenemos que dejar de lado paradigmas como el día ideal de 36 horas es decir, entender que nuestras expectativas sobre lo que queremos lograr en un día, para así cubrir todas nuestras actividades y deberes tanto en la organización en la que trabajamos como en nuestra familia o vida personal, es irreal y por eso al final del día, terminamos agotadas y además con una sensación de insatisfacción con nosotras mismas de no estar “dando la talla”.
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