Mujeres y hombres estamos diciendo cosas distintas sobre un mismo tema: la trayectoria laboral. Resulta que ellos perciben que cada vez es más fácil ser mujer en el mundo profesional, mientras que ellas lo ven cada vez más difícil.
El Diario Financiero y ESE Businnes School de la Universidad de Los Andes, elaboraron en conjunto la cuarta versión del “Índice de Trayectoria Laboral: Cómo retomar la senda de avance de las mujeres” el cual fue presentado por María José Bosh Profesora y Directora de la Universidad e Isabel Ramos en su último episodio del #SomosFinancieras y nosotras estuvimos ahí presenciando un debate muy interesante que me motivó a escribir.
Entre los resultados destaca que Chile vive un retroceso para tener a más mujeres en altos cargos, siendo el de menor crecimiento en el tema de entre los países de la región (para nuestra sorpresa, no estamos acostumbrados a eso).
¿Cómo es posible que hombres y mujeres tengamos opiniones encontradas respecto a un mismo tema que todos estamos viviendo día a día?, ¿o estamos hablando en un idioma distinto o no lo estamos hablando del todo o las mujeres ni siquiera tienen tiempo para darse cuenta de qué es lo que realmente están sintiendo y necesitando?
En nuestra trayectoria como Mujeres del Futuro acompañando a profesionales a ser #SmartWoman y vivir una vida en equilibrio y con un propósito claro, hemos sido testigos que “a todas nos pasa lo mismo” independiente del cargo, la edad, la industria y el país.
Mientras más arriba logren estar, mientras adquieran un puesto de mayor visibilidad, viven un proceso más solas: "entre más arriba más solas". Porque nosotras mismas, nuestro deber ser, la superwoman que llevamos dentro, nos hace pensar que deberíamos poder hacerlo solas, (por algo nos dieron el cargo) y no ayuda en nada que a esas alturas nos encontramos rodeadas de menos mujeres y se siente una amenaza invisible de estar a la altura de los hombres que son nuestros pares (¡nos costó tanto llegar hasta ahí!) Por ello decimos que "la principal lucha es con nosotras mismas", ser una #smartwoman y dejar de ser la “Súperwoman” sólo depende de nosotras. Dejar de creer que lo que el mundo espera de nosotras es que podamos con todo solas, y que seamos la mejor en cada uno de nuestros roles.
El estudio también apunta a que la maternidad sigue siendo una barrera para el desarrollo profesional, es decir que aun creemos que debemos decidir entre ser madres o profesionales, entonces, quienes cumplen todos estos roles, ¿a qué costo personal lo están haciendo?
Es aquí, cuando nos preguntamos si esta percepción de los hombres sobre que es más fácil para las mujeres desarrollarse en el mundo laboral, se relaciona con que las mujeres ni siquiera han llegado a declarar cómo están, quizás queremos creer lo contrario y nos sentimos amenazadas al reconocerlo. La mayoría de las profesionales se ponen la capa de Súperwoman sin siquiera pensarlo, es automático, está en nuestro ADN, es lo que conocemos como conducta y nuestros hábitos nos delatan. Nos postergamos, vivimos dentro de la ruedita del hámster, en el hacer, sin cuestionarnos mucho cómo lo estamos haciendo o si esto es a costa de nuestro bienestar (es lo que nos toca y punto). Trabajar con dolor de cabeza, con un resfrío, con algún dolor muscular, es parte de nuestra normalidad (ni hablar del mundo emocional).
El informe del año 2022 Women in the Workplace de Mckinsey demostró que las mujeres líderes están sobrecargadas y son poco reconocidas. Además de que son ellas quienes promueven más en diversidad, equidad e inclusión (DEI), este aspecto no es recompensado formalmente en la empresa. “Las mujeres líderes llegan al límite de sus capacidades más que los hombres en el liderazgo; no sorprende que el 43 por ciento de las mujeres líderes estén agotadas, en comparación con solo el 31 por ciento de los hombres de su nivel”, destaca el estudio. Y sí, más encima esta nuestra empatía que el mundo necesita, pero nos cuesta hacerlo en la medida justa sin desangrarnos, y ahí rumeamos con algo que nadie nos pidió que fuera así.
El mismo estudio de Mckinsey del año 2020 durante la pandemia, ya daba cuenta de esta diferencia en el idioma en la división de las responsabilidades en el trabajo doméstico: el 70% de los padres pensaba que el trabajo en el hogar estaba dividido por igual con su pareja, mientras que solo el 44% de las mujeres dijo lo mismo. ¡Plop!
Las acciones son las que nos muestran finalmente el ejemplo a seguir. Podemos estar en una empresa que este haciéndolo de manera esperada, a la altura de la empresa del futuro, con propósito inspirador y una política de género fenomenal, y aun así esto no es lo que nosotras vivimos en nuestro día a día. He ahí el gran tema, ese es el idioma que no conversa.
Es fundamental que las empresas hagan la bajada de lo que significan las acciones de lo que queremos promover en nuestro día a día, de las acciones que esperamos que nuestros líderes y colaboradores hagan y es primordial que estas conductas partan desde las primeras líneas. Las empresas tienen una jerarquía que pesa por sobre los hábitos. Si el gerente general se va más temprano y declara abiertamente que es porque tiene alguna actividad personal, médico, acto del colegio, o la final de la liga de fútbol, eso sí educa y da la pauta de lo que se espera, DE VERDAD, de tod@s nosotr@s. Eso y solo eso, va a permitir que hablemos el mismo idioma. Y aquí es donde necesitamos la ayuda de nuestros pares, a que se atrevan a hacerlo en primer lugar (no saben lo que se han estado perdiendo) y que además lo hagan público.
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