La vida laboral como dependiente, transcurre en una lógica de aprendizajes, desafíos, logros y fracasos, que todos ellos van conformando la experiencia laboral, que también nos determina – en mayor o menor medida – nuestra forma de tomar decisiones, de movernos en el mundo.
Partiendo del supuesto que el trabajo como profesional es estable en términos de la relación contractual; me atrevo a afirmar que el contexto que se construye en la condición de trabajadora dependiente es valiosísimo para el desarrollo personal. Otra característica vital, es la seguridad de un ingreso a fin de mes, sea éste fijo o variable.
¿Qué he logrado en mi condición de trabajadora dependiente? Lo primero y vital está relacionado con el sustento económico y construcción de familia, pareja e hijos, diseñar una vida familiar y llevar adelante lo que se pudo diseñar y también lo que fue emergiendo. Lo logrado es experiencia, aprendizaje y también enseñanza, no sé cómo ocurrió ni en qué momento, mi experiencia y mi práctica, eran observadas por otros que lo veían como ejemplo. Lo digo – además de escribirlo -con un poco de pudor y también humildad. Lo logrado también es aquello más intangible que es capacidad de trabajo, resiliencia, capacidad de análisis y decisión, visión del mundo más integrativa, desarrollo de relaciones humanas que trascienden el vínculo laboral, etc.
Hace unos días sacaba la cuenta que he trabajado en esa condición casi 35 años. Treinta y cinco años que han tenido de dulce y de agraz, afortunadamente mi memoria atesora mejor lo dulce, miro hacia atrás y la experiencia en distintos lugares y roles, sector privado y sector público, y no puedo más que estar orgullosa al mirar cada hilo que fue tejiendo mi vida, en lo que respecta al trabajo.
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