Con mis niños hemos visto embobados la majestuosidad de los deportistas en cada disciplina de los juegos panamericanos, y no puedo dejar de pensar en cómo en algunas de ellas, se juega en cosa de minutos el resultado de años de trabajo, fruto probablemente en más de un 80% de un puro concepto: Disciplina.
No puedo evitar pensar en cuanto más completa yo podría ser, en cuanto más podría yo saber, conocer, haber logrado, desarrollado, si hubiese agregado y/o agregara más de ese poderoso condimento en mi vida, en mi día a día, aún más, si lo hubiera hecho desde mi más temprana infancia. Mi tentación en comenzar a aplicar al máximo esta Disciplina con mis niños es inmediata y me cuestiono, quizás no estoy haciendo que se esfuercen lo suficiente, quizás no hago que estudien lo suficiente, quizás no estoy logrando sacar el máximo provecho de sus infinitas capacidades, quizás no lo estoy haciendo tan bien y les estoy “arruinando” su futuro, y el tiempo corre.
Hoy muchos niños viven en un ambiente donde se espera que sean excelentes alumnos (en caso contrario se sugiere reforzamiento), de muy buen comportamiento y concentración en clases (en caso contrario se sugiere medicarlos), deportistas ideal destacados (pero que no sufran de frustración ni sean muy competitivos), que hablen más de un idioma (incluso ya está la idea de que dos puede no ser suficiente), que idealmente desde pequeños toquen algún instrumento musical, bueno, eso mientras van al colegio jornadas completas que parten a las 8 y no terminan hasta las 3, 4 de la tarde, y los padres corren para que los niños puedan asistir a todas estas actividades mientras a medias se toman las reuniones y obligaciones que permiten sostener toda esta gran “inversión”.
Y bueno, los miro y lo que veo es eso, niños, una etapa que no durará más de 10, 13 años cuando más.
Al menos como madre me deja reflexionando sobre los equilibrios, en este mundo en el que viven, mediático, expuesto, exitista y exigente, donde mucho hablamos de diversidad, pero donde en el fondo el ser “exitoso” sigue teniendo un patrón y una deseabilidad bien clara, y donde muchas veces son nuestros personales deseos y sueños los que proyectamos e intentamos lograr por medio de nuestros niños, y son ellos quienes finalmente los viven …..o los sufren, por eso que yo quise ser y no pude, por eso que yo soy y tú tienes que superar, por eso que a mi me costo tanto y tú tienes más fácil, porque las oportunidades que les estamos dando y las tienen que aprovechar al máximo, porque todo el resto lo hace, porque si no logramos que sean “exitosos” estamos fallando como padres, y no queremos ser malos padres, porque si no lo hacemos te estamos “arruinando” tu futuro, y que dirán, y el tiempo corre. uffff.
No creo exista una respuesta, ni una formula perfecta, nuestros niños serán los adultos del futuro, y aun nos queda mucho para saber cuáles serán sus logros y dolores. Quizás el aprender a equilibrar también debe convertirse en un acto de disciplina para nuestros niños y para nosotros como padres, y quizás la disciplina tiene que estar de la mano de la pasión, del goce, de lo que nos mueve a cada uno como seres individuales y distintos, y quizás de esa manera todos podrían conseguir ser campeones de esas pequeña y particular carrera que es la vida.
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