¿Y si estudio esto? ¿Y si me cambio de pega? ¿Y si dejo de trabajar “apatronada” y emprendo un proyecto independiente? ¿Y si me cambio de ciudad? ¿Y si termino esa relación? ¿Y si me quedo aquí no más? Y así muchos condicionales. Quién no se haya hecho una o varias de ese tipo de preguntas, que tire la primera piedra.
¿Y qué nos pasa a veces? “Un dos tres momia es, nadie se mueva”, o empezamos a divagar. Bueno algunas serán más resueltas, enfocadas y llegarán rápidamente a una conclusión y a un hacer, felicitaciones.
Decidimos hacer algo con las ideas, las dudas. Y sorpresa, nos damos cuenta de que puchas que cuesta mover el Titanic. Lo que nos limita es la costumbre que es más fuerte, es un ancla que comienza a pesar cada vez más, y no nos damos cuenta de este proceso que ocurre silencioso – imperceptible ante el arrullo de la comodidad. Para cuando ya por fin queremos movilizarnos, no podemos dar ni siquiera un pasito sin un costo altísimo y ahí el razonamiento nos dice “es mucho esfuerzo para moverme hacia la incertidumbre, mejor me quedo aquí”. Entonces se suma a la costumbre, el costo y así el ancla va siendo cada vez más pesada. Y para qué decir nuestros miedos.
¿Y que nos dicen los especialistas en trabajo corporal, salud física y mental? Hay que mantenerse siempre en movimiento, ya sea para cuidar la buena salud, recuperarse de una lesión, para cultivar el bienestar, para afrontar un desafío, para estar preparada. Para decidir cuándo mover el ancla, ser capaces de alzar las velas y navegar.
En el plano de desarrollo de carrera, para enmarcar la reflexión, cobra tremenda validez el ejercicio del movimiento, entendido éste como la práctica de hacer un análisis de nuestras capacidades, nuestros logros, de aquello que queremos mejorar, comprender entornos conocidos, por explorar y sin duda echar una miradita al propósito. Movilizarnos.
El propósito claro que va cambiando, moldeándose a la etapa vital en la que nos encontremos, acaso no creen que podría modificarse desde cuando tenemos 30, 45, 60 o 70 años, o cuando ocurren quiebres en relaciones, salud, situación financiera, etc. Quién declare que su propósito no ha mutado nunca y se atrinchere en dicha afirmación, me invita a hacerle muchas preguntas y a reflexionar juntas. Claro que para hacer esa conversación también tenemos que estar dispuestas, no es cosa de andar por ahí repartiendo conversaciones.
Alcé las velas y me fui a navegar, pero aquí vuelvo. Vuelvo a reconocer lo que trabajamos en el "viaje hacia el futuro" insistentemente, para acostumbrarnos en la vida a mover nuestro peso hacia nuestros objetivos:
1) Propósito: búsqueda, definición, revisión periódica. Reflexión para no caer en la trampa de echarle para delante sin hacer el análisis necesario.
2) Autoconocimiento: autopercepción, contrastar juicios rigurosamente.
3) Desarrollo intensivo de redes: asomarse al balcón, búsqueda y desarrollo de relaciones que permitan hacer el justo análisis del movimiento. Networking
4) Actualización de conocimientos, tendencias, tecnologías.
5) Meditación-Respiración-Ejercicio Físico.
Las invito a salir de la jaula que nos acurruca, experimentemos también el callejear. No esperar el momento cuando estemos obligadas a arrastrar el ancla y preparémonos para alzar velas, será más fácil, más #Smart.
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