Hace unos días conocí a una terapeuta con quien pude conversar e intercambiar situaciones por las que cada una, en diferentes ámbitos y etapas de nuestras vidas, habíamos atravesado. Las coincidencias fueron muchas, y pude reafirmar que no existen casualidades sino causalidades, y que el universo conspira para hacerte llegar ciertos mensajes. Para quienes no creen en este tipo de cosas, podemos enfocarlo como el nivel de atención que alcanzamos al tener que enfrentar una situación que nos lleva a escuchar mejor o aproximarnos a las personas correctas para ver si encontramos respuestas.
El mensaje que me llevé de esa reunión, y que quiero compartirles, es que tenemos que aprender a "abrazar el error". Todas las que tenemos o hemos tenido a una "superwoman" viviendo dentro, sabemos que la "autoexigencia" puede ser el pan de cada día, ese terrible deseo de sucumbir a la tentación de querer que todo sea "perfecto" y que nos vean "perfectas", es algo que puede llegar a convertirse en una agonía porque realmente no es sostenible.
Abrazar el error implica entre otras cosas, "aceptarnos" tal como somos (con nuestras luces y nuestras sombras), el mundo en el que vivimos no es perfecto, por lo tanto, "ser perfectas" es algo casi utópico. Hace mucho tiempo una persona a quien aprecio mucho me dijo: no tienes que tener miedo a caer despeinada, y tenía mucha razón, tenemos un tiempo de vida, y es limitado, por lo tanto, hay que vivirla a plenitud, aprendiendo a saborear "lo bueno y lo malo", reconociendo qué aprendizajes te dejaron el haberte atrevido y haberte equivocado, y ojalá además poder aprender a reír frente a esas situaciones.
Se muy bien que no es fácil, atreverse implica asumir riesgos a los que quizá no estamos acostumbradas, pero creo que es mejor intentarlo, equivocarse y aprender de ello, que quedarnos pensando en " y qué hubiera pasado si...". La invitación es a ejercitar cada día la habilidad de "no tener temor a equivocarnos".
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